domingo, 12 de junio de 2016

¡Campos de amapolas!. ¡Quieres pintarlos todos!. Mientras sacudes el pincel en el agua canta cercana una codorniz, suenan grillos y saltamontes en el pasto y algunas ráfagas de aire cálido van secando el papel.
Creo que Pepe Navas sabe que vive en una casita, en un entorno privilegiados. Rodeada de prados, sus cabras, sus gallinas, su magnifico pozo, repleta del aire más puro que quepa concebir, visitada por los vientos, las cogujadas, el pardillo y las circunspectas cigüeñas que hurgan en los charcos buscando ranas.
Un pilón en el campo donde antaño abrevaban los viajeros y sus caballerías... Cuando el hombre iba de una villa a otra agradecía los pilones, las inefables ventas del camino. Caminos andaluces, viajeros en la vereda.
La eterna frescura de la Rivera de Huéznar. La rica vena verde que atraviesa los resecos toscarrales de la Sierra. Es entrar en este bosque galería y cambiar de mundo.
Cerca del pueblecito de El Rompido existe un taller de la marinería, un exiguo astillero donde se amontonan las tablas embreadas y los trozos de maromas entre las orillas de arena cuajadas de salicornias. En este lugar, un embarcadero hace posible acceder a los botes librándose del barro y las piedras resbaladizas.
Las luces de este lugar son excepcionales y la marea te permite pintar acuarelas pequeñas antes de que suba.
Desde la orilla Norte del embalse del Pintado las cosas se ven de otro color: el Sur es el desierto, solana, el horrible calor del verano y los baños. El Norte es la paz serena, la vista de las umbrías de las grandes montañas del frente.
Los impresionantes barrancos del Río Viar, los abismos umbríos siempre tan inaccesibles, tan misteriosos, el imperio de las sombras habitado por nutrias y buitres...
Un madroño en el campo, la hierba verde, los abejarucos recién llegados de África...
Queridos amigos, se admiten todo tipo de recomendaciones adicionales. Escribidme a: acuarelasmcarlos@gmail.com.