Tendido en la ladera, desvías la vista y ahí está: no se ha enterado de tu presencia. Una perdiz apeona cuesta arriba entre las hierbas. Es un recuerdo, luego un boceto, luego una acuarela.
Soy acuarelista por pasión instintiva, irreflexiva e incomprensible, en continuo aprendizaje y experimentación.
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